Volver a la normalidad (en la asistencia sanitaria).

Nacho-Vallejo
5 min readApr 19, 2020

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Image by Gerd Altmann from Pixabay

Ahora que estamos empezando a notar, en relación con la pandemia por COVID-19, una disminución en la presión que sostenidamente mantiene nuestro sistema, surge la necesidad de reflexionar sobre cómo “volver a la normalidad” en la asistencia sanitaria y también en lo posible, a nuestra vida de antes. En lo sanitario, y como trabajador de la salud, me surge la inquietud de si debemos volver a lo que teníamos antes, o no. ¿Sería buen momento para aprovechar la experiencia aprendida, y dar una vuelta a nuestro sistema de salud?

Tal vez nuestras instituciones no eran tan buenas como pensábamos y la crisis por COVID-19 ha revelado la verdadera naturaleza de nuestro sistema, con sus limitaciones y deficiencias. Aunque también ha puesto de manifiesto la existencia de una corriente extraordinaria de trabajadores y profesionales de la salud, inspiradores y solidarios, y su capacidad de ser más eficientes y resilientes en un entorno terriblemente complejo y difícil para todos.

Tampoco debemos olvidar que habría que tener en cuenta el papel de los pacientes y el resto de la sociedad en los siguientes pasos que vayamos a dar. Son muchas las deficiencias en materia socio-sanitaria que han visto la luz en esta crisis, en ocasiones con particular crudeza; buen momento también para abordarlas.

Muchas son las lecciones aprendidas. Ya las comentaba nuestro compañero internista Javier Rascón estos días en las redes sociales. Me remito a señalar algunas de ellas:

El poder de los equipos multidisciplinares: cuando diferentes perfiles profesionales confluyen y aportan de igual a igual, con un mismo propósito compartido, salvar vidas, cuidar y curar a la persona. Las redes sociales están llenas de testimonios sobre esta experiencia que deberíamos analizar, tanto desde la perspectiva de los profesionales (como refería Jacobo Cabañas, cirujano y oncólogo), como la de los directivos (como expresaba Julio Mayol).

El poder de la tecnología: que ha llenado el vacío y la soledad de nuestros pacientes y ha servido de apoyo a los profesionales en nuestras tareas, compartiendo experiencias y facilitando la comunicación entre nosotros, los trabajadores del conocimiento.

El poder de la empatía, lidiando con la tragedia humana como primera prioridad, aprendiendo de los demás y agradeciendo su trabajo, cuidando a nuestros pacientes, pero también a nuestros compañeros y a nuestras familias; reconociendo los desafíos personales y profesionales de los trabajadores de la salud. De la resiliencia, de la innovación, de la búsqueda de lo positivo, que nos mantiene activos para resolver las dificultades, para buscar un futuro mejor, en definitiva, para intentar hacer lo correcto.

Las organizaciones han cambiado en horas, gracias al impulso de los profesionales y de los directivos. Lo contaba muy bien nuestro compañero internista Miguel Marcos. Esta experiencia debería ser evaluada, valorada y aprovechada ahora que tenemos que intentar “volver a la normalidad”.

Desde mi perspectiva, “volver a la normalidad” junto con las pautas de los equipos directivos, debería de tener presente la experiencia de los trabajadores de primera línea y el alcance de sus actuaciones, que seguro han sido de calado estos días en evitar que “nuestro barco” se vuelque. Escuchar sus impresiones y facilitar herramientas para arreglar este roto. Priorizar soluciones debe tener un ámbito bidireccional donde los profesionales que trabajan en las trincheras puedan devolver a las instituciones todo su potencial en la resolución de dificultades y donde éstas liberen a sus trabajadores más valiosos de las cadenas de la burocracia y la jerarquía.

Las instituciones deben aprovechar las fortalezas que hemos demostrado durante esta crisis para seguir trabajando en una atención sanitaria que sea cada vez mejor para las presentes y futuras generaciones. Mantener el sentido de urgencia y la agilidad en nuestras organizaciones son elementos de extraordinario potencial para obtener rendimientos y resultados poderosos como comenta el economista John P.Kotter. Dejar al margen las ocurrencias y aprovechar el conocimiento de los sabios para facilitar como indica Xavier Marcet, una gestión por misión. Y yo añado, reforzar el liderazgo y el trabajo en equipo para que de respuestas lo más efectivas posibles. No solo necesitamos un plan predefinido, sino desarrollar comportamientos y mentalidades que impidan una reacción desproporcionada ante las adversidades y nos ayuden a mirar hacia el futuro.

Organizarse para esta vuelta a la normalidad requiere seguir potenciando las redes y los equipos multidisciplinares. Es necesario involucrar a todos los actores que participan sin excepción: a los pacientes y a todos los trabajadores de la salud. Los directivos pueden movilizar mejor a sus organizaciones estableciendo prioridades claras y capacitando a otros para descubrir e implementar soluciones que sirvan a esas prioridades. La colaboración, el intercambio de información, la transparencia, la distribución de autoridad, promover la seguridad psicológica, en contrapartida de nuestro instinto natural de establecer silos, consolidar el poder y controlar la información. A medida que ha evolucionado esta crisis han surgido en nuestras instituciones nuevos líderes que han dado su respuesta de forma natural en nuestros planes de contingencia. Es momento de empoderar a las personas para seguir tomando decisiones y poder avanzar en lo posible, con mayor seguridad.

¿Y donde priorizar? Potenciando Atención Primaria. Como dice Rafael Bengoa, ha sido lógica la focalización en los hospitales como centros de cuidados, pero es tiempo de facilitar ahora un control más local, y trabajar un modelo de atención centrado en la persona pero también en la comunidad. Repensar el modelo de atención a los mayores y a los crónicos en este contexto que estamos viviendo debería ser una de las primeras acciones. Sobre todo cuando estamos reflexionando sobre como darles respuesta sanitaria reglada, ahora que ha bajado la presión de las personas con infección por SARS-CoV-2. El reto está en los domicilios y en actualizar el modelo de las residencias con el objetivo de preservar la continuidad del proyecto vital de las personas.

Los nuevos riesgos nos deben justificar la reconsideración de los estándares habituales de atención protegiendo a los cuidadores y preservando la capacidad de atención en las urgencias. La telemedicina, en tiempos y en recursos, debería ser un elemento a seguir potenciando, aunque también los cambios en la atención presencial que obligaran a modificar nuestros espacios y los tiempos. Si queremos mantener una atención de alta calidad nos espera por delante un reto, una ingente tarea, un nuevo esfuerzo para ajustarnos a la situación. Y debemos considerarlo “una oportunidad para cambiar, para ser mejores, para avanzar y adaptarnos a este nuevo paradigma”.

Suenan los aplausos de las ocho, nos lo está pidiendo la sociedad y los profesionales se estan adelantando en las redes sociales dando ya ideas para dar respuesta a esta coyuntura. Tendremos que tomar decisiones difíciles, pero hacerlo de forma cuidadosa, amable y transparente seguro que ayuda a nuestros pacientes a sentirse mejor atendidos y a perder el miedo a buscar atención sanitaria cuando la necesiten. ¿Te apuntas?

Desde estas líneas os animamos a participar en un canal de trabajo para poder compartir inquetudes, ideas, experiencias, a través de la plataforma SLACK en el espacio “volvernormalidad”. Si estás interésado escríbenos por favor a la siguiente dirección de correo: ignaciovallejom@gmail.com

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Written by Nacho-Vallejo

Husband, father, humanist, romantic. Sometimes theater actor. Internal Medicine. My opinions are my own. #cambiahospital

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