Incertidumbre. Fragmentación. Rol del paciente.
Desafíos en la transformación del sistema de salud.
Voy leyendo con interés, subrayando y tomando notas sobre el libro de Bohmer, Managing Care.
Hoy me paro sobre algunas barreras que para el autor constituyen un desafío significativo a la hora de cambiar e innovar en el sistema sanitario. En un campo en constante evolución como el nuestro, impulsado por los avances tecnológicos, nuevas investigaciones y la creciente demanda de una atención más efectiva y centrada en el paciente, la incertidumbre inherente a nuestra profesión, la fragmentación de equipos, roles y enfoque y, el propio rol activo del paciente como coproductor en su atención, son barreras a las que enfrentarse más allá de la voluntad de querer innovar.
La Incertidumbre Inherente a la Atención Médica:
A pesar de los avances y los conocimientos en el campo de la medicina, la incertidumbre sigue siendo una compañera constante en nuestra práctica. Los profesionales de la salud, desde médicos hasta enfermeras, nos enfrentamos a situaciones complejas y cambiantes en las que la toma de decisiones a menudo se basa en la mejor evidencia disponible y la experiencia clínica. La variabilidad en las respuestas de los pacientes a los tratamientos y la falta de certeza en los resultados hacen que la implementación de cambios locales sea un desafío. La incertidumbre puede llevar a la resistencia al cambio, ya que los profesionales de la salud a veces preferimos aferrarnos a prácticas establecidas y al “aquí siempre se ha hecho así”.
Fragmentación de Roles y Enfoques en los Profesionales de la Salud:
Los profesionales de la salud, como médicos, enfermeras y trabajadores sociales, entre otros, a menudo nos especializamos en componentes específicos de la atención sanitaria en lugar de tener una visión completa del sistema. Cada uno tiene su propia área de enfoque, lo que puede llevar a diferencias legítimas en nuestras aproximaciones para alcanzar los objetivos generales de atención sanitaria. Esta fragmentación de roles y enfoques puede dificultar la implementación de cambios, ya que los profesionales nos solemos resistir a adoptar prácticas que percibimos como ajenas a nuestros roles o que no se alinean con nuestras áreas de especialización. La colaboración interdisciplinaria y la comprensión de la diversidad de enfoques son clave, por tanto, para superar este desafío.
El Paciente como Coproductor en su Atención:
En el ámbito de la salud, el paciente juega un papel esencial como coproductor de su atención médica. Los pacientes toman decisiones médicas constantemente, desde la elección de tratamientos hasta la adhesión a las recomendaciones de los profesionales de la salud. Sin embargo, esta participación activa puede variar significativamente, y la comprensión y adherencia del paciente a las recomendaciones médicas pueden influir en la efectividad de los cambios propuestos. Los valores y preferencias individuales de los pacientes pueden además añadir complejidad a la estandarización de procedimientos y la implementación de prácticas basadas en evidencia.
Lo que tienen en común estos tres factores, según Bohmer, es que pueden llevar a que los profesionales de la salud y los pacientes tomen decisiones y se comporten de manera diferente en situaciones similares o relacionadas. Esta variabilidad en las conductas dificulta la estandarización de procedimientos y protocolos, lo que a su vez puede afectar a la consistencia y a la calidad de la atención que se brinda. Esto implica y justifica que los trabajadores de la salud y los pacientes necesariamente tenemos que tener un papel central en la transformación del sistema y respalda que los mandatos inflexibles desde arriba a menudo tiendan a ser controvertidos o fallidos.
La transformación del sistema de salud es un desafío complejo que implica abordar la incertidumbre inherente, la fragmentación de roles y enfoques, y el rol activo del paciente. Sin embargo, a pesar de estos desafíos, es esencial recordar que la atención sanitaria evoluciona constantemente en busca de la mejora y la innovación. La colaboración, la comunicación efectiva y el respeto por la diversidad de enfoques y necesidades son fundamentales para superar estos obstáculos. Al reconocer y abordar estos desafíos, podemos trabajar juntos para lograr un sistema de salud más efectivo y centrado en el paciente, donde la incertidumbre se aborde con evidencia, la fragmentación se supere con colaboración y el paciente sea un socio activo en su propio bienestar. Los trabajadores de primera línea deben, por tanto, participar en le rediseño operativo por razones instrumentales, son ellos quienes tienen el conocimiento y la capacidad de ejercer el control. Pero también es necesario, como dice el autor, implicarlos con fines terapéuticos. Retornar el control del entorno local a los profesionales es una forma de abordar una de las causas de su agotamiento, es también un acto de autocuidado.
En resumen, si queremos cambiar la atención sanitaria hay que hacer una reconfiguración integral de los sistemas operativos desde sus cimientos. Esto implica la creación de nuevas conexiones entre individuos, unidades y organizaciones, con el firme propósito de colaborar en sistemas más amplios y construir redes interconectadas. Para lograrlo, tanto los profesionales de la salud como los directivos deben adquirir nuevos comportamientos y habilidades. Debemos unirnos y trabajar de manera conjunta, superando las barreras organizativas, planificando sistemas, supervisando el rendimiento, experimentando y efectuando ajustes siempre que sea necesario. El liderazgo compartido es clave para conducir hacia el cambio necesario. Solo a través de este enfoque integral y colaborativo lograremos impulsar mejoras auténticas en la atención sanitaria, beneficiando tanto a los pacientes como a los profesionales de la salud.