Cuando la vida nos pide un nuevo comienzo

Nacho-Vallejo
4 min readJan 8, 2025

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Imagen generada por AI

Hoy no escribo sobre sanidad ni sobre cambios estructurales. Hoy escribo sobre un cambio mucho más personal y creo que es bueno compartirlo ahora, a principios de año, dejando atrás otros momentos.

Octubre marcó un punto de inflexión en mi vida profesional. Fue el mes en que cerré una etapa como parte del equipo directivo del Hospital de Valme. Dejé un proyecto que había crecido conmigo y que, aunque no llegó a completarse, me dio importantes lecciones. Incluso un proceso de selección para la dirección-gerencia que quedó en el aire. De pronto, me encontré frente a un horizonte con algunas nubes grises.

Mi puesto como internista en el Hospital Virgen del Rocío seguía ahí, como un refugio seguro, pero después de unos meses inmerso en la gestión, algo que he aprendido a valorar, sabía que el cambio no sería sencillo. Lo que realmente me inquietaba no era el trabajo en sí, sino algunas preguntas que este cambio despertó en mí: ¿Qué sigue ahora? ¿Cómo continuar el camino? ¿Qué he aprendido de esta experiencia? ¿En qué debo mejorar? ¿Dónde me equivoqué?…

La tormenta y las anclas

En medio de la tormenta de dudas, encontré un refugio: tiempo para mí. Tiempo para detenerme, para mirar hacia dentro y conocerme mejor. Confieso, ha sido un periodo duro. Un momento para reflexionar sobre mis fortalezas, pero también para enfrentarme a mis debilidades sin excusas.

Este tiempo también me permitió reconectar con algo esencial: mi familia y mis amigos. Ellos son siempre faros en los momentos de incertidumbre, acogiéndome, aguardándome, consolando y recordándome que no estaba solo. Cada conversación, cada gesto, ha sido una brújula que me ha guiado hacia adelante, alejándome del miedo y acercándome a algo que aún no comprendía del todo: mi capacidad para transformar este periodo en una oportunidad de crecimiento.

Las dudas como maestras

No negaré que las semanas siguientes fueron complicadas. La incertidumbre, aunque incómoda, se convirtió en una aliada que me empujó a cuestionarme en profundidad. Me planteé si debía seguir insistiendo en el camino de la gestión, si debía entregarme de lleno a la asistencia, o si era momento de explorar nuevos horizontes.

Fue un proceso de confrontación interna, una aceptación de mis miedos y, finalmente, un espacio para escuchar una voz que había permanecido callada durante demasiado tiempo: la voz que me decía que somos capaces de crecer más allá de lo que imaginamos.

Transformación y nuevo impulso

Hoy, mirando atrás, puedo decir que este periodo de dudas y cambios me ha cambiado de nuevo. He recordado que las caídas no son más que pausas necesarias para detenerse, tomar aire y recuperar el impulso. Estoy tranquilo y sereno. Este proceso me ha permitido redefinir mis objetivos, no tanto en términos de roles o posiciones, sino en cuanto a lo que quiero aportar y cómo quiero seguir creciendo, tanto en lo profesional como en lo personal.

En el terreno laboral, me ha vuelto a reconectar con los pacientes. Me ha enseñado de nuevo sus rostros, el verdadero motor para seguir trabajando por una sanidad que esté a la altura de las personas. Desde esa reconexión, surgió la necesidad de proyectar el aprendizaje hacia el futuro, imaginando una sanidad transformada y ahora, dando forma a la Escuela de Agentes del cambio, un proyecto en el que estoy ilusionado, convencido y con que me enfrenta a otras dificultades y retos.

En lo personal, a seguir reforzando lo auténtico, a abandonar de nuevo mi zona de confort, a creer más en uno mismo, y a seguir soñando, esta vez a lo grande.

El cambio, aunque incómodo, se ha convertido en un terreno fértil. Me ha llevado a cuestionarme, a reinventarme y, sobre todo, a reenfocar mis prioridades. Ha sido duro, como en una tormenta cuando vas un barco, sometido a los vaivenes del momento, y con alguna vela rasgada por el viento. Pero también me ha enseñado que esas velas, aunque dañadas, pueden repararse, y que cada tormenta nos deja lecciones para navegar mejor y de nuevo. Me esperan muchos mares y puertos por conocer y aventuras que correr.

¿Y tú?

En momentos de ruptura, ¿Qué aprendes de las dudas que te confrontan? Quizás, al final, descubrimos que las nubes grises son solo el preludio de un cielo más claro, y que los comienzos inesperados son, en realidad, una nueva invitación a transformarnos.

Tocas suelo, incluso a veces con lágrimas. Gratitud hacia lo mejor, aquello que nos sostiene: mi familia y mis amigos. Los que calman todo con un abrazo, con una mirada, con palabras o simplemente, con el silencio. Eso que, sin resolverlo todo, nos conecta de nuevo como seres humanos, nos calma y nos ayuda a seguir creciendo, a tomar impulso y a navegar de nuevo.

A todos ellos, y a ti apreciado lector, si has llegado hasta aquí, gracias y feliz 2025.

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Written by Nacho-Vallejo

Husband, father, humanist, romantic. Sometimes theater actor. Internal Medicine. My opinions are my own. #cambiahospital

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